“Entre
una hipótesis racional y otra delirante lo que verdaderamente motiva es escoger
la hipótesis delirante”
Jean
Baudrillard
Parecería
que la actual crisis representaría una vuelta a la cruda realidad, a un
escenario de gente real, valor real, principios reales después de una especie de
orgía o desenfreno de la pura cifra, de la especulación desenfrenada en todos
los ámbitos. La economía “real” sólo necesitaría reabsorber y/o eliminar como
fuera toda esa burbuja de insustancial información almacenada en archivos y
despejar las ficciones generadas por los espejismos de las pantallas y las hojas
de cálculo. Si lo real se ha definido alguna vez como lo racional, sólo habría
que reconducirlo hacia el redil de la racionalidad. Hasta ahora las crisis
virtuales se producían sin consecuencias en la economía “real”. En efecto
Baudrillard escribía en 1988 que la distorsión de la economía ficticia y la
economía real era “la que nos protege de una catástrofe real de las economías
productivas (…) una ronda orbital desenfrenada de los capitales que, cuando se
desmorona, no genera un desequilibrio sustancial en las economías reales (a
diferencia de la crisis de 1929, cuando la desconexión de la economía ficticia y
de la economía real estaba lejos de haber avanzado tanto y, por consiguiente, la
catástrofe de una repercutía sobre la otra), ya sea porque las economías reales
son ellas mismas tan flotantes que hoy absorben con mayor facilidad lo que no
podían absorber en 1929, ya sea porque la esfera de los capitales virtuales está
tan autonomizada y orbitalizada que, eventualmente, puede proliferar o devorarse
ella misma sin dejar huellas”. Sin embargo en nuestros días y por vez primera la
economía especulativa ha dejado de convivir con la economía real como una
galaxia paralela y de repente ha pasado a comportarse como lo han hecho los
media y las redes antes que ella: colonizando hasta las zonas más íntimas de
nuestras vidas.
La
economía “virtual” ha adquirido tal dimensión que ha invadido a la economía real
y la está fagocitando. Aún no sabemos qué modelo va a resultar de esta
superposición y absorción forzadas pero lo seguro es que no vamos a volver a
“economía real” alguna. Lo económico y en particular la producción, su sector
más irreductible al cambio puesto que hunde sus raíces en la Revolución
Industrial y la
explotación de la fuerza de trabajo sufren desde hace décadas una progresiva
pérdida de densidad que les hará correr el mismo destino que la estética y el
gusto en la indiferencia de la moda, los contenidos de la información en los
media o lo político en la desafección ciudadana: desanclaje, levedad,
prêt-à-porter, ready-made, relativismo. ¿Pero entonces, contemplada a la luz de
estos temas, la cuestión y la denominación de los productos financieros “basura”
no debería ser revisada? el sistema actual los conceptualiza como tales porque
todavía es incapaz de desenvolverse bien con una economía azarosa, que funciona
a un corto plazo tan inmediato que es de facto tiempo real, que es caótica,
“cuántica” (no debe extrañarnos este vocabulario; es sabido que la física
siempre proyecta en el universo la forma y el funcionamiento de lo social: ambos
aparecen resplandecientes en sus teorías e hipótesis y en estado mucho más puro
que si pretendemos descubrirlos en lo “social bruto”; por tanto si el cosmos
está siendo definido justo en los términos de los fenómenos que se están dando
actualmente en lo social podemos revertir libremente la analogía a su punto de
origen). De todos modos no tenemos la menor duda de que en poco tiempo el
sistema aprenderá a conciliar a su favor la velocidad browniana de los
intercambios con nuestras todavía demasiado lentas vidas, al igual que aumentará
la aceleración de su implacable lógica en espiral y la consiguiente
desustanciación del valor y de la existencia. A todo esto apunta el nuevo orden
cibernético, la “sociedad de control” o como queramos llamarle (Baudrillard: la
cibernética es la forma de organización que aparece cuando el sistema alcanza
una determinada velocidad). Y éste tal vez sea el paso previo a la emergencia de
ese estado cuántico del valor…
El
inmenso lastre numérico dejado por la deuda flotante, los capitales orbitales,
las nebulosas de cifras que como etéreos cúmulos circulaban más allá de
cualquier conversión referencial han desencadenado de repente una tormenta, una
climatología tan adversa (y como el clima tan impredecible en sus
manifestaciones) que amenaza con hacernos zozobrar a todos. Como las estrellas
gigantes que devoran a su gemela este desbordamiento virtual ha terminado por
ejercer tal fuerza de succión que lo real ha quedado desmantelado: ¿crisis? sí,
pero no real, sino de desrealización... Esta escasez de crédito, de trabajo,
este atasco de las exportaciones, de las ventas… ¿no es quizás el síntoma
definitivo de la transformación de nuestro mundo real -ese que existió con más o
menos fortuna durante los últimos cuatro siglos como efecto de los dispositivos
de producción y representación- en otra cosa? El abandono del patrón oro y el
consiguiente desanclaje referencial de los capitales flotantes han sido
acontecimientos paralelos a la transmutación del aparato tecnológico y mediático
en dispositivos de simulación de la existencia de los viejos referentes: las
masas, la opinión pública, el objeto científico... La crisis está destrozando la
producción “productiva” y eso no es mera casualidad: lo virtual, lo simulado,
todo aquello que ya no necesita de referencias, de realidad “de base” está
exterminando por asfixia, agotamiento y desustanciación a ese inmenso escenario
euclidiano en el que se enfrentaba y vinculaba a los hombres con una naturaleza,
una materia “prima” objetiva y bruta que había que transformar mediante procesos
dilapidadores de energías explosivas; nada que hacer hoy frente a la altísima
productividad de los sectores que no necesitan de los anteriores métodos de
explotación/explosión ni mucho menos de la fuerza de trabajo humana en tanto que
han pasado de lo mecánico, de la máquina y lo energético al control escritural y
telemático de la “producción” mediante los lenguajes informáticos, las matrices,
los modelos, las pantallas... Las posibilidades, los horizontes ya no son
lineales como antaño (lo que los limitaría entre dos puntos en una cadena simple
de procesos propia de un espacio perspectivo) sino que poco a poco son
imperceptiblemente dispuestos como un “espacio curvo” sin principio ni fin,
autorreferencial; paso a las combinaciones de código, a las industrias de la
reproducción. De ahí que con la actual crisis por desrealización la buena y
vieja producción se desvanece a ojos vista y los sectores productivos, sobre
todo los industriales, se parecen cada vez más al artista del hambre de Kafka,
anoréxicos y sin esperanza.
¿Y
el factor humano, demasiado humano? Frente a los que propugnan una humanización
del sistema nos tememos que de esta crisis no va a surgir una forma de
organización “más humana”, “más realista” en tanto que "concienciada” por mucho
que aquéllos se empeñen, pero por ejemplo tampoco vamos a vivir en distopías
como la de Huxley; hace ya tiempo que la civilidad basada en lo lúdico, el ocio
y el masaje psicológico ha ganado la partida a las disciplinas. Ante esta
imposibilidad de anclar lo económico en realidad alguna entramos nosotros
también en este nuevo territorio especulativo, azaroso y parecido a una
meteorología: es cuando los reflejos mentales de los individuos y grupos
adquieren el mayor peso; rumorología, incertidumbre, instalación en un estado de
pánico crónico: se dice que la crisis es en última instancia un problema de
confianza. Terminología psicologista que combina muy bien con la imposibilidad
de establecer cualquier criterio “objetivo”; nadie confía en el otro y en
general no hay confianza alguna en el sistema. Cada uno para sí y Dios contra
todos. Los políticos apelan a las masas, las masas a los políticos. La
responsabilidad circula como los capitales flotantes, como los indecidibles
epistemológicos de la microfísica. Los estados a su vez delegan en las
organizaciones supranacionales, que se perfilan como las aliadas involuntarias
del dominio de las grandes corporaciones (bio)químicas, farmacéuticas,
mediáticas, financieras, etc. Y todo funcionando a una velocidad de conexión tal
que lo social se convierte en una postmáquina blanda, fluida y flexible. Y con
la conexión perdemos realidad una vez más: agonía de una socialidad que vivió
bien temperada gracias a la existencia de un espacio y un tiempo lentos en los
que lo público, la reflexión y la responsabilidad eran las modalidades de
funcionamiento. Hoy nadie es inocente pero nadie es responsable: de hecho somos
todos unos irresponsables, nadie responde de nada ni a nada.
Postdata:
Leo en http://www.marketingdirecto.com/actualidad/agencias/shackleton-lanza-la-campana-de-la-opv-de-loterias-la-mas-grande-de-la-historia/ que Loterías y Apuestas del Estado (LAE) pone el 30 % de su capital en bolsa; reproduzco aquí las frases más significativas del texto que presenta la campaña de marketing y promoción:
“Destacar la condición de excepción al contexto de LAE y su negocio, apoyándonos en sus atributos incuestionables de confianza, rentabilidad y estabilidad, en cualquier contexto económico y a lo largo de 250 años de trayectoria. Convertir ‘los sueños de la gente’, causa principal del éxito perpetuo del negocio de LAE, en el eje de la campaña. En 'La
Plaza de los Sueños',
espacio diseñado para la ocasión, situado en la Plaza de
Callao en Madrid, los visitantes van a encontrar tres esferas gigantes que se
iluminarán al atardecer y que servirán de contenedor para los sueños que todo el
que quiera podrá escribir en unas tarjetas que se distribuirán allí mismo. Los
sueños de la gente se proyectarán en las esferas y las tarjetas en las que
fueron escritos, junto a las recolectadas en los buzones instalados en los más
de 10.000 puntos de venta de Loterías distribuidos por toda España serán
recicladas para fabricar, con su papel, los décimos de Loterías del próximo año.
Así, esta es la primera vez en la historia en la que Loterías y Apuestas del
Estado utiliza papel reciclado para la elaboración de sus billetes. Los décimos,
no sólo harán realidad miles de sueños, sino que estarán ya fabricados con los
sueños de la gente (www.labolsadesueños.es). Un sitio web peculiar que, emulando
a ‘los mercados’, muestra en tiempo real la cotización, pero no de las acciones
de las empresas, sino de los sueños de la gente. La cotización de cada sueño
sube o baja en función a cuantos 'inversores' se suscriben a dicho ‘valor’,
ofreciendo un nuevo significado al término ‘trading’”.
Leo en http://www.marketingdirecto.com/actualidad/agencias/shackleton-lanza-la-campana-de-la-opv-de-loterias-la-mas-grande-de-la-historia/ que Loterías y Apuestas del Estado (LAE) pone el 30 % de su capital en bolsa; reproduzco aquí las frases más significativas del texto que presenta la campaña de marketing y promoción:
“Destacar la condición de excepción al contexto de LAE y su negocio, apoyándonos en sus atributos incuestionables de confianza, rentabilidad y estabilidad, en cualquier contexto económico y a lo largo de 250 años de trayectoria. Convertir ‘los sueños de la gente’, causa principal del éxito perpetuo del negocio de LAE, en el eje de la campaña. En '
El caso de Loterías y Apuestas del Estado ejemplifica mejor que cualquier otro caso nuestra situación actual: ¿quién mejor que LAE, que basa su existencia en un juego de azar -el más puro- para ilustrar la desustanciación de las empresas como instituciones de producción y generación de “social”? ¿Qué mejor constelación poética que
Shakespeare
dijo que estamos hechos de la sustancia de los sueños.
Hoy la sustancia de los sueños es el dinero: por tanto estamos hechos de la sustancia del dinero. Tan espectrales, virtuales, especulativos, sin peso, sin referente, sin referencias, hoy, como él mismo.
Hoy la sustancia de los sueños es el dinero: por tanto estamos hechos de la sustancia del dinero. Tan espectrales, virtuales, especulativos, sin peso, sin referente, sin referencias, hoy, como él mismo.
(Aclaración:
parece ser que la operación bursátil no se ha llevado a cabo. No importa. Las
connivencias de los implicados han salido claramente a la luz...).