martes, 6 de marzo de 2012

CRISIS DE LO REAL O LA REALIDAD DE LA CRISIS

“Entre una hipótesis racional y otra delirante lo que verdaderamente motiva es escoger la hipótesis delirante”

Jean Baudrillard



Parecería que la actual crisis representaría una vuelta a la cruda realidad, a un escenario de gente real, valor real, principios reales después de una especie de orgía o desenfreno de la pura cifra, de la especulación desenfrenada en todos los ámbitos. La economía “real” sólo necesitaría reabsorber y/o eliminar como fuera toda esa burbuja de insustancial información almacenada en archivos y despejar las ficciones generadas por los espejismos de las pantallas y las hojas de cálculo. Si lo real se ha definido alguna vez como lo racional, sólo habría que reconducirlo hacia el redil de la racionalidad. Hasta ahora las crisis virtuales se producían sin consecuencias en la economía “real”. En efecto Baudrillard escribía en 1988 que la distorsión de la economía ficticia y la economía real era “la que nos protege de una catástrofe real de las economías productivas (…) una ronda orbital desenfrenada de los capitales que, cuando se desmorona, no genera un desequilibrio sustancial en las economías reales (a diferencia de la crisis de 1929, cuando la desconexión de la economía ficticia y de la economía real estaba lejos de haber avanzado tanto y, por consiguiente, la catástrofe de una repercutía sobre la otra), ya sea porque las economías reales son ellas mismas tan flotantes que hoy absorben con mayor facilidad lo que no podían absorber en 1929, ya sea porque la esfera de los capitales virtuales está tan autonomizada y orbitalizada que, eventualmente, puede proliferar o devorarse ella misma sin dejar huellas”. Sin embargo en nuestros días y por vez primera la economía especulativa ha dejado de convivir con la economía real como una galaxia paralela y de repente ha pasado a comportarse como lo han hecho los media y las redes antes que ella: colonizando hasta las zonas más íntimas de nuestras vidas.



La economía “virtual” ha adquirido tal dimensión que ha invadido a la economía real y la está fagocitando. Aún no sabemos qué modelo va a resultar de esta superposición y absorción forzadas pero lo seguro es que no vamos a volver a “economía real” alguna. Lo económico y en particular la producción, su sector más irreductible al cambio puesto que hunde sus raíces en la Revolución Industrial y la explotación de la fuerza de trabajo sufren desde hace décadas una progresiva pérdida de densidad que les hará correr el mismo destino que la estética y el gusto en la indiferencia de la moda, los contenidos de la información en los media o lo político en la desafección ciudadana: desanclaje, levedad, prêt-à-porter, ready-made, relativismo. ¿Pero entonces, contemplada a la luz de estos temas, la cuestión y la denominación de los productos financieros “basura” no debería ser revisada? el sistema actual los conceptualiza como tales porque todavía es incapaz de desenvolverse bien con una economía azarosa, que funciona a un corto plazo tan inmediato que es de facto tiempo real, que es caótica, “cuántica” (no debe extrañarnos este vocabulario; es sabido que la física siempre proyecta en el universo la forma y el funcionamiento de lo social: ambos aparecen resplandecientes en sus teorías e hipótesis y en estado mucho más puro que si pretendemos descubrirlos en lo “social bruto”; por tanto si el cosmos está siendo definido justo en los términos de los fenómenos que se están dando actualmente en lo social podemos revertir libremente la analogía a su punto de origen). De todos modos no tenemos la menor duda de que en poco tiempo el sistema aprenderá a conciliar a su favor la velocidad browniana de los intercambios con nuestras todavía demasiado lentas vidas, al igual que aumentará la aceleración de su implacable lógica en espiral y la consiguiente desustanciación del valor y de la existencia. A todo esto apunta el nuevo orden cibernético, la “sociedad de control” o como queramos llamarle (Baudrillard: la cibernética es la forma de organización que aparece cuando el sistema alcanza una determinada velocidad). Y éste tal vez sea el paso previo a la emergencia de ese estado cuántico del valor…



El inmenso lastre numérico dejado por la deuda flotante, los capitales orbitales, las nebulosas de cifras que como etéreos cúmulos circulaban más allá de cualquier conversión referencial han desencadenado de repente una tormenta, una climatología tan adversa (y como el clima tan impredecible en sus manifestaciones) que amenaza con hacernos zozobrar a todos. Como las estrellas gigantes que devoran a su gemela este desbordamiento virtual ha terminado por ejercer tal fuerza de succión que lo real ha quedado desmantelado: ¿crisis? sí, pero no real, sino de desrealización... Esta escasez de crédito, de trabajo, este atasco de las exportaciones, de las ventas… ¿no es quizás el síntoma definitivo de la transformación de nuestro mundo real -ese que existió con más o menos fortuna durante los últimos cuatro siglos como efecto de los dispositivos de producción y representación- en otra cosa? El abandono del patrón oro y el consiguiente desanclaje referencial de los capitales flotantes han sido acontecimientos paralelos a la transmutación del aparato tecnológico y mediático en dispositivos de simulación de la existencia de los viejos referentes: las masas, la opinión pública, el objeto científico... La crisis está destrozando la producción “productiva” y eso no es mera casualidad: lo virtual, lo simulado, todo aquello que ya no necesita de referencias, de realidad “de base” está exterminando por asfixia, agotamiento y desustanciación a ese inmenso escenario euclidiano en el que se enfrentaba y vinculaba a los hombres con una naturaleza, una materia “prima” objetiva y bruta que había que transformar mediante procesos dilapidadores de energías explosivas; nada que hacer hoy frente a la altísima productividad de los sectores que no necesitan de los anteriores métodos de explotación/explosión ni mucho menos de la fuerza de trabajo humana en tanto que han pasado de lo mecánico, de la máquina y lo energético al control escritural y telemático de la “producción” mediante los lenguajes informáticos, las matrices, los modelos, las pantallas... Las posibilidades, los horizontes ya no son lineales como antaño (lo que los limitaría entre dos puntos en una cadena simple de procesos propia de un espacio perspectivo) sino que poco a poco son imperceptiblemente dispuestos como un “espacio curvo” sin principio ni fin, autorreferencial; paso a las combinaciones de código, a las industrias de la reproducción. De ahí que con la actual crisis por desrealización la buena y vieja producción se desvanece a ojos vista y los sectores productivos, sobre todo los industriales, se parecen cada vez más al artista del hambre de Kafka, anoréxicos y sin esperanza.



¿Y el factor humano, demasiado humano? Frente a los que propugnan una humanización del sistema nos tememos que de esta crisis no va a surgir una forma de organización “más humana”, “más realista” en tanto que "concienciada” por mucho que aquéllos se empeñen, pero por ejemplo tampoco vamos a vivir en distopías como la de Huxley; hace ya tiempo que la civilidad basada en lo lúdico, el ocio y el masaje psicológico ha ganado la partida a las disciplinas. Ante esta imposibilidad de anclar lo económico en realidad alguna entramos nosotros también en este nuevo territorio especulativo, azaroso y parecido a una meteorología: es cuando los reflejos mentales de los individuos y grupos adquieren el mayor peso; rumorología, incertidumbre, instalación en un estado de pánico crónico: se dice que la crisis es en última instancia un problema de confianza. Terminología psicologista que combina muy bien con la imposibilidad de establecer cualquier criterio “objetivo”; nadie confía en el otro y en general no hay confianza alguna en el sistema. Cada uno para sí y Dios contra todos. Los políticos apelan a las masas, las masas a los políticos. La responsabilidad circula como los capitales flotantes, como los indecidibles epistemológicos de la microfísica. Los estados a su vez delegan en las organizaciones supranacionales, que se perfilan como las aliadas involuntarias del dominio de las grandes corporaciones (bio)químicas, farmacéuticas, mediáticas, financieras, etc. Y todo funcionando a una velocidad de conexión tal que lo social se convierte en una postmáquina blanda, fluida y flexible. Y con la conexión perdemos realidad una vez más: agonía de una socialidad que vivió bien temperada gracias a la existencia de un espacio y un tiempo lentos en los que lo público, la reflexión y la responsabilidad eran las modalidades de funcionamiento. Hoy nadie es inocente pero nadie es responsable: de hecho somos todos unos irresponsables, nadie responde de nada ni a nada.



Postdata:
Leo en http://www.marketingdirecto.com/actualidad/agencias/shackleton-lanza-la-campana-de-la-opv-de-loterias-la-mas-grande-de-la-historia/ que Loterías y Apuestas del Estado (LAE) pone el 30 % de su capital en bolsa; reproduzco aquí las frases más significativas del texto que presenta la campaña de marketing y promoción:
“Destacar la condición de excepción al contexto de LAE y su negocio, apoyándonos en sus atributos incuestionables de confianza, rentabilidad y estabilidad, en cualquier contexto económico y a lo largo de 250 años de trayectoria. Convertir ‘los sueños de la gente’, causa principal del éxito perpetuo del negocio de LAE, en el eje de la campaña. En 'La Plaza de los Sueños', espacio diseñado para la ocasión, situado en la Plaza de Callao en Madrid, los visitantes van a encontrar tres esferas gigantes que se iluminarán al atardecer y que servirán de contenedor para los sueños que todo el que quiera podrá escribir en unas tarjetas que se distribuirán allí mismo. Los sueños de la gente se proyectarán en las esferas y las tarjetas en las que fueron escritos, junto a las recolectadas en los buzones instalados en los más de 10.000 puntos de venta de Loterías distribuidos por toda España serán recicladas para fabricar, con su papel, los décimos de Loterías del próximo año. Así, esta es la primera vez en la historia en la que Loterías y Apuestas del Estado utiliza papel reciclado para la elaboración de sus billetes. Los décimos, no sólo harán realidad miles de sueños, sino que estarán ya fabricados con los sueños de la gente (www.labolsadesueños.es). Un sitio web peculiar que, emulando a ‘los mercados’, muestra en tiempo real la cotización, pero no de las acciones de las empresas, sino de los sueños de la gente. La cotización de cada sueño sube o baja en función a cuantos 'inversores' se suscriben a dicho ‘valor’, ofreciendo un nuevo significado al término ‘trading’”.


El caso de Loterías y Apuestas del Estado ejemplifica mejor que cualquier otro caso nuestra situación actual: ¿quién mejor que LAE, que basa su existencia en un juego de azar -el más puro- para ilustrar la desustanciación de las empresas como instituciones de producción y generación de “social”? ¿Qué mejor constelación poética que la Lotería saque sus acciones a bolsa, ese agujero negro de la desrealización de lo económico en favor del puro juego de la especulación? ¿Qué mejor muestra de la fuerza invasiva de lo cibernético y del valor a todos los niveles que el reciclaje ecológico del papel donde los incautos escriben sus sueños? Ya sabemos que el residuo también es valor (pero entonces sus ilusiones, deseos y esperanzas son también reciclados en el proceso, por lo que son también considerados residuos) ¿Qué mejor ejemplo de irrealidad e insustancialidad de lo económico actual que tal muestra de cinismo: montar una parodia de “realización” de los sueños en los que éstos (tomados totalmente a pitorreo) son tratados como “activos”? Y como corolario ¿qué mejor ilustración de obscenidad, de atroz destrucción y banalización de lo humano que hacer que los sueños coticen en bolsa y asimismo en la “de broma”, la creada específicamente por esos buhoneros?

Shakespeare dijo que estamos hechos de la sustancia de los sueños.
Hoy la sustancia de los sueños es el dinero: por tanto estamos hechos de la sustancia del dinero. Tan espectrales, virtuales, especulativos, sin peso, sin referente, sin referencias, hoy, como él mismo.

(Aclaración: parece ser que la operación bursátil no se ha llevado a cabo. No importa. Las connivencias de los implicados han salido claramente a la luz...).




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