“La banca. EL problema, pienso, no es la banca, la banca es UN problema. EL problema es la deuda: toda la deuda: la corporativa, la de las familias ‘la de los bancos’, la de los ayuntamientos, … Piénsenlo: en el fondo arreglar la situación en la que se hallan las entidades financieras no es excesivamente complicado, pero arreglar el problema de la deuda …”
Santiago
Niño Becerra
Decía
Baudrillard que el poder es la capacidad de dar que uno tiene sin que le sea
devuelto, sin que le pueda ser devuelto (Ver El intercambio simbólico y la
muerte).
Ahí
reside vuestro poder: en que el otro queda, en el orden de lo simbólico,
enredado en la deuda. El poder se funda originariamente en daros la vida, en no
sacrificaros inmediatamente y condenaros a la muerte lenta del trabajo y del
consumo (el poder en lo real se inicia pues con el alejamiento de lo
sacrificial, de lo sagrado). El don de la vida sólo puede serle devuelto al
sistema con el contradon de la misma, es decir, a través de la muerte, de
ponerla en juego, cosa que le horroriza, como a la inmensa mayoría de nosotros.
Sobre el don de la vida el sistema edifica todo un entramado de equivalencias
ficticias, de dones y contradones (trabajo por salario, dinero por bienes,
etc.). Pero es él quien siempre da más. Disuasión por anticipación de toda
respuesta o resistencia por saturación de una "oferta" que cubre todos los
órdenes de lo social y de la vida. Fin del panóptico (Foucault): ya no es
necesaria una mirada central que barre todo el campo con su Ojo Divino. Ahora
tenemos la televisión y las pantallas que nos miran, los hipermercados y la
publicidad que nos testan incesantemente en tanto que terminales siempre
conectadas (1).
He
leído en la cita de Santiago Niño que el problema principal de esta crisis
sistémica, como él la llama (acertadamente) es el de la deuda. En el momento
paroxístico del movimiento, justo antes de la crisis, la deuda triunfa saturando
todo el sistema, el don unilateral del poder a todos los niveles se hace tan
insoportable que llega también a serlo para sí mismo, el peso de lo que da es
tan inmenso que paradójicamente tiene lugar el inusitado colapso en el momento
de mayor esplendor de lo real y lo virtual (que es lógicamente el de mayor
exclusión de lo simbólico). En el momento del clímax el sistema entra en
éxtasis, ha triunfado por completo: pero de repente se hace evidente que la masa
del principio de deuda ha asfixiado cualquier posibilidad simbólica de retorno o
de un mínimo juego de equivalencias; nada puede ser devuelto. El Poder es el
único Astro, el único Gigante Rojo que aplasta todo flujo, todo movimiento, toda
diversidad, toda singularidad, etc. y se “realiza” en lo Absoluto. Y ese éxito
es automáticamente su propia sentencia de muerte. Ya no puede recibir nada. La
monstruosa "realización" de la
Deuda destruye la realidad del Poder y se precipita la
crisis.
Evidentemente
esta agonía del poder va a ser transitoria. El poder del sistema se refundará en
lo simbólico sobre sus propias cenizas: las únicas revoluciones son las del
sistema, el sistema es el único revolucionario exitoso. Pero en el proceso ya no
se reconoce a sí mismo. Es ahí donde la implosión y la fagocitación por lo
virtual tiran de él.
(1) Aún hay más; estamos enla Realidad Integral
(Baudrillard) : el registro y digitalización de la realidad para
sustituirla por imágenes y simulacros. El mapa recubre todo el territorio y éste
se desvanece como un sueño que tal vez existió. Todo lo que fue la realidad es
registrado, todo tiene que ser traducido a ceros y unos y museificado,
archivado, miniaturizado. Y pronto tendremos spam en nuestros sueños. El sistema
formado por redes, rizoma, flujos, permite una aceleración y una velocidad tales
que tenemos que estar conectados, fin de la dialéctica, bienvenidos la conexión
y el feedback. Fin del espacio polar cuya distancia permitía la reflexión.
Conectividad: aparecen las prótesis (implantes de tecnologías visuales y
sonoras, pero también la forma "referendum/test" -"me gusta"/"no me gusta",
"teclee aquí o allá", etc.-). El código genético es la definición del ser. Todo
ocurre además como un juego, todo es lúdico, táctil, "aprieta el botón".
Hipertexto, interactividad, interfaces intuitivas; el rizoma deleuziano es hoy
el del sistema y su laberinto. Muerte de los discursos, de los relatos, de los
referenciales: "pesan" demasiados bits, demasiados píxeles. Fin del espacio, de
la distancia, fin del tiempo, de lo que difiere: bienvenidos a la instantaneidad
del "tiempo real". El medio es el mensaje (McLuhan), todo contenido es absorbido
por su forma. Fin de la singularidad, triunfo de la reproductibilidad
indefinida, del clonaje. Fin del original. Triunfo de la "forma moda": todo es
un sistema de signos declinado al infinito conmutando la más ínfima
diferenciación marginal, todo son "diferencias", fin de lo bello y lo feo, de lo
bueno y lo malo, de los polos que establecían espacios de reflexión y discursos,
todo vale; es la Ley
Estructural del Valor.
(1) Aún hay más; estamos en
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