martes, 6 de marzo de 2012

EL PODER, LA DEUDA Y LA CRISIS

“La banca. EL problema, pienso, no es la banca, la banca es UN problema. EL problema es la deuda: toda la deuda: la corporativa, la de las familias ‘la de los bancos’, la de los ayuntamientos, … Piénsenlo: en el fondo arreglar la situación en la que se hallan las entidades financieras no es excesivamente complicado, pero arreglar el problema de la deuda …”




Santiago Niño Becerra




Decía Baudrillard que el poder es la capacidad de dar que uno tiene sin que le sea devuelto, sin que le pueda ser devuelto (Ver El intercambio simbólico y la muerte).

Ahí reside vuestro poder: en que el otro queda, en el orden de lo simbólico, enredado en la deuda. El poder se funda originariamente en daros la vida, en no sacrificaros inmediatamente y condenaros a la muerte lenta del trabajo y del consumo (el poder en lo real se inicia pues con el alejamiento de lo sacrificial, de lo sagrado). El don de la vida sólo puede serle devuelto al sistema con el contradon de la misma, es decir, a través de la muerte, de ponerla en juego, cosa que le horroriza, como a la inmensa mayoría de nosotros. Sobre el don de la vida el sistema edifica todo un entramado de equivalencias ficticias, de dones y contradones (trabajo por salario, dinero por bienes, etc.). Pero es él quien siempre da más. Disuasión por anticipación de toda respuesta o resistencia por saturación de una "oferta" que cubre todos los órdenes de lo social y de la vida. Fin del panóptico (Foucault): ya no es necesaria una mirada central que barre todo el campo con su Ojo Divino. Ahora tenemos la televisión y las pantallas que nos miran, los hipermercados y la publicidad que nos testan incesantemente en tanto que terminales siempre conectadas (1).

He leído en la cita de Santiago Niño que el problema principal de esta crisis sistémica, como él la llama (acertadamente) es el de la deuda. En el momento paroxístico del movimiento, justo antes de la crisis, la deuda triunfa saturando todo el sistema, el don unilateral del poder a todos los niveles se hace tan insoportable que llega también a serlo para sí mismo, el peso de lo que da es tan inmenso que paradójicamente tiene lugar el inusitado colapso en el momento de mayor esplendor de lo real y lo virtual (que es lógicamente el de mayor exclusión de lo simbólico). En el momento del clímax el sistema entra en éxtasis, ha triunfado por completo: pero de repente se hace evidente que la masa del principio de deuda ha asfixiado cualquier posibilidad simbólica de retorno o de un mínimo juego de equivalencias; nada puede ser devuelto. El Poder es el único Astro, el único Gigante Rojo que aplasta todo flujo, todo movimiento, toda diversidad, toda singularidad, etc. y se “realiza” en lo Absoluto. Y ese éxito es automáticamente su propia sentencia de muerte. Ya no puede recibir nada. La monstruosa "realización" de la Deuda destruye la realidad del Poder y se precipita la crisis.

Evidentemente esta agonía del poder va a ser transitoria. El poder del sistema se refundará en lo simbólico sobre sus propias cenizas: las únicas revoluciones son las del sistema, el sistema es el único revolucionario exitoso. Pero en el proceso ya no se reconoce a sí mismo. Es ahí donde la implosión y la fagocitación por lo virtual tiran de él.




(1) Aún hay más; estamos en la Realidad Integral (Baudrillard): el registro y digitalización de la realidad para sustituirla por imágenes y simulacros. El mapa recubre todo el territorio y éste se desvanece como un sueño que tal vez existió. Todo lo que fue la realidad es registrado, todo tiene que ser traducido a ceros y unos y museificado, archivado, miniaturizado. Y pronto tendremos spam en nuestros sueños. El sistema formado por redes, rizoma, flujos, permite una aceleración y una velocidad tales que tenemos que estar conectados, fin de la dialéctica, bienvenidos la conexión y el feedback. Fin del espacio polar cuya distancia permitía la reflexión. Conectividad: aparecen las prótesis (implantes de tecnologías visuales y sonoras, pero también la forma "referendum/test" -"me gusta"/"no me gusta", "teclee aquí o allá", etc.-). El código genético es la definición del ser. Todo ocurre además como un juego, todo es lúdico, táctil, "aprieta el botón". Hipertexto, interactividad, interfaces intuitivas; el rizoma deleuziano es hoy el del sistema y su laberinto. Muerte de los discursos, de los relatos, de los referenciales: "pesan" demasiados bits, demasiados píxeles. Fin del espacio, de la distancia, fin del tiempo, de lo que difiere: bienvenidos a la instantaneidad del "tiempo real". El medio es el mensaje (McLuhan), todo contenido es absorbido por su forma. Fin de la singularidad, triunfo de la reproductibilidad indefinida, del clonaje. Fin del original. Triunfo de la "forma moda": todo es un sistema de signos declinado al infinito conmutando la más ínfima diferenciación marginal, todo son "diferencias", fin de lo bello y lo feo, de lo bueno y lo malo, de los polos que establecían espacios de reflexión y discursos, todo vale; es la Ley Estructural del Valor.

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