lunes, 5 de marzo de 2012

Acerca de la posible existencia de los Enigmapas y de su compendio llamado Enigmatlas...




“Yo no quería un mapa del mundo pretendidamente conocido. Yo quería un mapa de los enigmas. Un enigmapa, una cartografía de la sensibilidad que fuera un umbral poético de dispersión”. Así me habló aquel monje que vivía en una cueva cerca del desierto. Me pidió un pergamino, tinta y una pluma, también algo de vino, ese loco vivía tan alejado de todo y era tan pobre… Que me pidiera un pergamino me ...conmovió… Y a la vez me inquietó, pues al día siguiente pensé si no sería uno de esos espíritus que transitan por los laberintos del tiempo.
 
“Una noche salí al exterior, a riesgo de que un djinn de los que aúllan en el desierto se llevara mi alma y mi carne para siempre. Entonces pensé: si Dios hizo el mundo a su imagen y semejanza ¿qué mejor mapa de lo desconocido que fuera espejo de su Divinidad, pues Él siempre es un Enigma para nosotros, que los senderos y continentes que trazan las estrellas en esas noches heladas en las que la escarcha cubre las olas de arena? Y si la mar océana refleja el color del cielo, de lo verdaderamente elevado, nuestro mundo no será fiel reflejo de los continentes y vacíos inmensos como mares que forman los cuerpos celestes en su despliegue? ¿No dicen ciertos herejes que los astros determinan nuestro destino y que somos la imagen de su posición en el momento de nuestro nacimiento?
Fue entonces cuando descubrí que las tierras han sido dibujadas por las estrellas, que los ríos son los caminos de los astros en la noche, que las sendas sin principio ni fin son unas veces transitadas por las constelaciones y otras por la oscuridad más terrible… Enfebrecido como un derviche de los descritos por Arminius Vambery en sus viajes empecé a trazar los contornos de una geografía fantasmagórica escrita en los cielos… Tierras y
mares de los que te hablaré más tarde”.
Y así concluyó: “borracho de luz y de sombras me retiré a mi guarida como un animal nocturno se arrebuja bajo una roca, piel con piedra, preparando mi Enigmatlas para recorrer todos los mundos…”
 
Este es un fragmento del relato que durante toda una noche un eremita que vagaba como un chacal a los pies del Sinaí le contó a Susana Gómez antes de su ascensión a la cumbre para contemplar el amanecer. Ella ha tenido la delicadeza de enviármelo para que lo haga público.

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