martes, 6 de marzo de 2012

...Y LA CIENCIA REENCANTÓ AL MUNDO

La ciencia no destierra jamás la Ilusión. Esta idea es ilusa. Lo que debemos ya afirmar urgentemente es que es la Ilusión la que ha creado la ciencia como su instrumento para mostrar la irrealidad fundamental del mundo. Gracias a la ciencia la Ilusión consigue desembarazarse de todo residuo, escoria, cascarilla de lo real y todo su peso muerto y le concede certificado de existencia a través del saber subsidiario que le es consagrado.

Pero no hace mucho que empezamos a entrever que ése no era el objetivo principal: han sido necesarios doscientos años (hasta el siglo pasado) para comprender que lo que la Ilusión pretendía en última instancia era demostrarnos científicamente la inexistencia de lo real, su inobjetividad. Largo proceso por el que los hombres han estado buscando todas las certezas posibles, los referenciales, los signos, todo lo que pudiera permitir pensar que lo real no era más que una niebla transitoria cuyos jirones se desvanecen inexorablemente ya desde hace algún tiempo. A fuerza de tesón e insistencia los científicos han logrado por fin abrir grietas imposibles de restaurar en el edificio de lo real (Lyotard: "La ciencia postmoderna como la investigación de inestabilidades") de forma que ya puede ponerse en duda su estatuto ontológico hablando desde la propia ciencia: la cegadora luz de la Ilusión inunda y traspasa sin que nadie pueda impedirlo las paredes y el interior de la pequeña habitación cerrada que preservaba de todo percance a la realidad, irradia y resplandece en todas direcciones: de este modo la expresión "el siglo de las Luces" adquiere su sentido más profundo, su sentido “real”; sí, son las Luces quienes al final extienden sistemáticamente la Ilusión y revelan el Reencantamiento del Mundo y no -como pensábamos- su descubrimiento e iluminación al objeto de cartografiarlo y transcribir matemáticamente su esencia desencantada...

Por ejemplo ¿cuál es el sentido literal, si no, de la falsación popperiana? Hacer fracasar sin cesar, sin piedad toda teoría, toda hipótesis, todo experimento sobre lo real. La adecuación de éste a una hipótesis nunca se admite definitivamente bajo ningún concepto, la estabilidad que instaura es puramente temporal: aparentemente el objetivo es derribar a la teoría en nombre de la perfectibilidad de nuestro conocimiento de la realidad a través de la ciencia. Pero de hecho la práctica avanza siempre al acecho de la anomalía, el acontecimiento, el surgimiento de lo que se nos escapa, el resquebrajamiento de la certeza... Falsedad, falsación, Ilusión: pasos siempre tentativos pero firmes en la búsqueda de la verdad de la Verdad; ésta por fin se revela y nos muestra que es paródica, siempre irónica y le encanta el escapismo. 

Todo lo real había sido objetivo, tangible, racional. Ahora ya sabemos que eso sólo fue una ilusión.

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